De la oscuridad del dolor a la luz de la esperanza
May 15, 2024

El luto duerme sobre mi cuerpo desnudo, de Criss Ordóñez y Dicen que mis demonios son inofensivos de Rubén Darío Buitrón, son dos poemarios que se entretejen en perfecta armonía en un libro lleno de poesía, belleza y dolor. Un libro que, en sus ciento cuarenta poemas, setenta de cada poeta, permite que el lector conjugue sus emociones y transpire sus propias soledades.
Contrario a la mayoría de las visiones contemporáneas que no encuentran divinidad en la poesía y que encierran su trascendencia a la tenacidad del oficio, para mí esta es un acto iniciático, mágico e íntimo, una turbina vital que es nada y es todo. Quienes hemos sido marcados por su hado estamos destinados a trabajarla, sentirla y redescubrirla en los nuevos ramajes del lenguaje. Si bien nuestro tiempo histórico está lleno de posibilidades y abismos, los sentimientos comunes a la humanidad no han cambiado. El amor, el desamor, la muerte, el egoísmo, la soledad, la sexualidad, el vértigo del abismo, siguen generando esos diálogos íntimos del ser, donde nos cuestionamos y muchas veces nos negamos.
El luto duerme sobre mi cuerpo desnudo, de Ordóñez, conjuga de forma perfecta la sensualidad del cuerpo desnudo con la muerte y sus adioses: como plumas/ como hojas secas / como un cuerpo / sin rosas / como un cuerpo / anónimo / y crucificado. La escritora ve en la noche la oscuridad que la invade y le acompaña en el duelo suspendido: por las páginas / en blanco / las sillas vacías / la cama tendida /la tasa sin leche / la pelota en el armario / todo está sin ti.
La escritora quiere volver a la matriz de su felicidad y al no poder lograr el imposible, afirma: madre/ nuestros sueños / van descalzos / deambulando todo el día / golpeando las lesiones / despertar es espantoso/ madre/ el silencio muerde.
Al inicio de la segunda mitad del poemario, la autora nos da un oasis. El mosaico vital en el que caminamos todos cambia de la oscuridad del dolor a la luz de la esperanza. El lenguaje toma formas luminosas y en el poema 37 proclama con fuerza: te espero / ahí / donde se abren los días / y se rompen los miedos / (…) ahí / donde la lluvia crece a besos/ y el fuego aprieta el aliento.
Hay una transformación substancial en los poemas y un flujo en la eterna dualidad del sentimiento. Si bien en el corpus prima la muerte y sus secuelas, hay también cantos de profunda sensualidad, declaraciones fundamentales hacia la vida y el maravilloso palpitar de lo imposible. Ordóñez conjura al lector con sus poemas, lo reta y lo invita a develar su fragilidad, a aceptar que la felicidad viene por gotas en el diluvio constante de los días.
Hay un amor marcado entre las líneas, un amor al que la autora le confiesa: pronuncio tu nombre / y tiembla el ardor / de mis huesos / pronuncio tu nombre / y el mar se destroza / como desierto / desquiciado en mi piel.
Leer a Criss Ordóñez me da inmensa alegría, su obra ratifica y alimenta la gran riqueza que tiene la literatura ecuatoriana.
Gabriel Cisneros Abedrabbo
15 de mayo de 2024
Selección de algunos poemas de Criss Ordóñez
cuéntame
los cuentos no contados
quítame las espinas
desarraiga los cardos
de mis huertas
libérame de esta orfandad
acósame
en este espacio
de sombras y de memorias
múdate
a este envejecimiento
lerdo y solapado
inyéctame
tu gracia
quiéreme en mi silencio
y en mi soledad
muéstrame los peldaños
para salir del pozo
cubierta con tu manto
envuélveme
en los arreboles
de tus cielos
regálame tus alas
soy
la que se embriaga
con el viento
con las omisiones añejas
soy la que teje las horas
entre pájaros
de manos
generosas
soy una manta
con olor a desvelo
un pecho tardío
empapado de gritos
una jaula
que vuela
¿Dónde estarán nuestros retazos de alegría?
han desaparecido
como aves de humo
¿dónde estarán nuestras mentiras blancas?
las deshilé
mientras crecía la luna
cuando el rumor del agua
nos aquietaba
dónde estarán nuestros
porvenires?
grietas al aire
espirales vacías
caracolas cóncavas
imposibilidades
diría yo
arreboles
sombras
luces
acrobacias del destino
te espero
ahí
donde se abren los días
y se rompen los miedos
ahí
donde el amor rebosa
y el viento lame las heridas
allí
donde la lluvia crece a besos
y el fuego aprieta el aliento
donde el llanto es amapola
ahí
donde un abrazo
no conduce al infinito
pero me lleva a ti
ahí
donde no hay día ni noche
ahí
donde solamente seremos dos
ahí donde los dos somos dos